martes, 21 de diciembre de 2010

Hotels: Can Bonastre

Hotels: Can Bonastre

Con frecuencia, ocurre que la fama precede a un hotel, y después resulta que dicha fama no era tan merecida. En el caso de Can Bonastre, tengo que decir que solo había oído cosas positivas, comentarios de que era un lugar único e inolvidable.
En efecto así fue, Can Bonastre es un resort de lujo acogido a la iniciativa Small Luxury Hotels y situado tan sólo a 35 kilómetros de Barcelona en la comarca del Alt Penedès, y muy cercano a la población de Masquefa. Se trata de un sitio precioso que aúna emoción, elegancia e historia verdadera además de transpirar una gran tranquilidad; especial mención merecen las increíbles vistas que se pueden disfrutar de toda la sierra de Montserrat. Por todo ello Can Bonastre se convierte en un lugar ideal para perderse y olvidar los problemas cotidianos.



La finca de Can Bonastre consta de 100 hectáreas entre viña y bosque con 2.540 m2 de superficie edificada y su masía, Can Bonastre Santa Magdalena es originaria del S.XVI y ha sido reformada por la familia Vallés, que es la propietaria desde los años 80. Hoy en día la antigua masía comprada por Martí Vallès Sacases, que su hijo Martí Vallès Rodoreda convirtió en bodega, es un pequeño hotel regentado por los nietos del fundador, Glòria y Roger. Tuve el placer de conocer a Glòria y la pasión y el amor que tiene a su trabajo se convierten en el motor del éxito del resort. Sin duda es una de las claves por las que Can Bonastre es lo que ha llegado ser en tan sólo 3 años de existencia.


El hotel cuenta con 12 habitaciones, todas ellas de diseño diferente y combinando comodidades y servicios con un diseño inspirado en la topografía del entorno de la masía (por ejemplo las puertas del baño son curvas de nivel de un mapa). Todas las habitaciones cuentan con servicios como Wi-Fi, DVD y como servicios se ofrecen la visita a la bodega con degustación de vinos y acceso al Spa Acbua (con butacas relajantes con vistas a Montserrat) de forma gratuita.
El restaurante de Can Bonastre se llama Tribia, cuyo nombre es un homenaje a la historia: se refiere a una variedad de uva blanca que se cultivaba en Catalunya durante la Edad Media. La cocina del Tribia respeta la temporalidad de los productos y la tradición, a la vez que reinterpreta algunas recetas ancestrales para hacer las delicias de los comensales gracias a la mano diestra de su nueva chef desde hace un mes, Laura Clols. Como demostración de sus habilidades pude disfrutar de un gran menú degustación que huye de los excesos y que fue servido en platos de variado y original diseño. Para empezar el menú disfruté de un aperitivo como los berberechos al yogur de limón en su caviar seguido de tres entrantes: bacalao de delicado sabor perfectamente marinado al Pinot Noir (vino de la propia bodega) con celeri y pera, los rovellons confitados con jamón de bellota a las finas hierbas y microcanónigos (el confitado muy preciso, pues a veces si su sabor es demasiado fuerte, podría enmascarar el sabor del rovelló) y el simple pero delicioso ravioli de gambas y verduras.Ya en los segundos, un sublime rape con almejas envuelto en jamón de bellota y a escoger, un gallo del Penedès (cocido en su grasa a baja temperatura durante 18 horas que lo convierte en un gallo tierno y delicioso) y un solomillo de ternera exquisitamente cocinado al parmentier de rossinyols.
Para terminar, dos postres: unas frutas del bosque en salsa de toffee con verdadero helado casero de coco (con filamentos incluidos) y un brownie con helado de vainilla de Madagascar. Para acabar pues, postres sencillos pero auténticos y en su justa medida. Cocina tradicional revisada con productos básicamente de la zona del Penedès.
Junto a la cena hubo un maridaje con vinos de Can Bonastre como el Maurel blanco 2008 o el increíble y premiado Nara (con el nombre de la más pequeña de la casa) crianza del 2006. Asimismo durante la cena pude disfrutar de una gran variedad de panes que aunque no son hechos en el restaurante están muy bien: destacaría aún a riesgo de ser injusta el excelente pan de cebolla, el pan de agua y el pan de nueces y albaricoque. Aderezando los panes el aceite de oliva arbequina Na Joana y el cava Tribia Rosé, que aunque no se fabrican en Can Bonastre sí que utilizan la materia prima de esta tierra siendo elaborados por otros proveedores para los clientes de Can Bonastre. Desafortunadamente no se puede comprar aceite de oliva, pues la producción tan sólo es para consumo interno del restaurante, pero sí el cava o los vinos, incluso online.

El resort, invita al winestyle, porque el vino está presente como regalo a los huéspedes en las habitaciones, en el restaurante Tribia y en la bodega cuya visita está incluida en la estancia además de ser también uno de los protagonistas del magnífico spa ACBUA. El ACBUA es un espacio de bienestar, belleza y relax para mimar el cuerpo con sauna, baño turco, camino de sensaciones, duchas lúdicas y piscina cubierta con diferentes chorros de agua. Un placer! Decía lo del vino como protagonista porque pude disfrutar de un tratamiento Esencia de Viña consistente en un peeling de Chardonnay, una envoltura de Merlot y un masaje con esencia de uva, el terapista Albert tiene unas manos mágicas y espero poder disfrutar pronto de algún tratamiento más. Otras propuestas igualmente atractivas de ACBUA son el té verde, el masaje ayurveda, la cacaoterapia, los tratamientos faciales y las envolturas de barros y algas. Los tratamientos orientales se realizan en una cabina doble y hay que destacar que recibir el tratamiento en pareja es una opción excelente para quienes desean disfrutar de los masajes en compañía
En la Bodega Can Bonastre realizan el proceso integral de elaboración de los vinos desde la recogida de la uva hasta su embotellamiento. Los vinos de Can Bonastre son pequeñas joyas, fruto de hasta 13 variedades diferentes, combinadas con gusto y originalidad. En el magnífico jardín que rodea la finca, se pueden ver estas variedades en la parte llamada jardín de vino a modo de ejemplo de todas las variedades que se cultivan en la finca. En la bodega, unas modernas instalaciones y un equipo técnico joven y altamente cualificado han permitido obtener los resultados deseados en la que se premia la calidad por encima de la cantidad y que ha dado sus frutos con la consecución de diversos premios.
Los caldos de Can Bonastre también se pueden comprar online, regulo perfecto para sibaritas que aprecien la historia y la sinceridad de un vino.

El resort está dotado además con un parking exterior con capacidad para 100 vehículos, un patio exterior de 7.500 m2 donde poder montar estructuras y carpas, un patio interior de 350 m2, un helipuerto homologado de 360 m2, y dos campos sin nivelar disponibles para diversas actividades. Las salas de reuniones tienen todas luz natural y vistas a las viñas o a Montserrat, además de todas las facilidades de acceso, tecnológicas y logísticas.

Creo en definitiva que Can Bonastre es el marco ideal para eventos, incentivos o presentaciones exclusivas, así como bodas para un máximo de 200 personas; y a nivel personal, es el resort perfecto para poder cargar pilas y sentirse único por unos días.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Restaurants: Dos Cielos

Me congratulo de escribir este post con retraso, sí, lo he dicho bien: esta vez me congratulo pues lo estoy escribiendo cuando hace un par de semanas el restaurante Dos Cielos ha recibido su primera y merecida estrella Michelin, y por fin me he decidido retomar deberes pendientes.

Una estrella para el Dos Cielos y los dos hermanos Sergio y Javier Torres, que comparten pasión y oficio desde pequeños. Por fin hace un par de años abrieron su restaurante en Barcelona aunque antes ya eran conocidos por su trayectoria en el exitoso restaurante Ñ en Sao Paulo, abierto hace algo más de 4 años en el barrio de Sao Conrado, y por su dilatada experiencia anterior en los mejores fogones.

El Dos Cielos es un restaurante magníficamente ubicado en la planta 24 del modernísimo hotel ME en Barcelona, con un encanto realmente especial: la sala no es muy grande en dimensiones pero es elegante y luminosa y tiene unas magnifícas vistas de la ciudad de Barcelona. La sala está a la última en diseño y desde cualquier rincón se puede observar la acompasada cocción de los platos por parte de los cocineros gracias a una cocina abierta, en la que los cocineros están equipados con micros y auriculares para no molestar a los comensales. Se trata en definitiva de un restaurante perfecto para una comida romántica, para una celebración de empresa o para otro tipo de eventos. Adicionalmente, para rematar la comida o cena en el Dos Cielos podemos seguir en su espectacular terraza con una copa.

A destacar del restaurante la gran variedad de productos y su alta calidad, como tiene que ser en un restaurante de cocina de diseño y altísimo respeto a la pureza de los productos . También en el Dos Cielos cobra una importancia fundamental la presentación de los platos con especial interés en la elección de la vajilla de acorde a lo que debe ser un restaurante de hotel que hace bandera del diseño.

Mi experiencia de una cena con menú degustación y maridaje de vinos no pudo ser más positiva, aunque sinceramente recomiendo concretar tal placer gastronómico mejor para comer que para cenar, al menos mi cuerpo y mi experiencia así me lo indican. Sólo como introducción comentar que ofrecieron cinco tipos de pan diferentes a cual más bueno, todos evidentemente recién horneados y acompañados de una selección exclusiva de aceites de oliva. Por un lado teníamos el pan tradicional y por otro los de zanahoria, albaricoque y papas, el de tomate, queso parmesano y orégano y el de nueces, pasas y cereales.

Como aperitivos probé el tomate relleno de albahaca de suan de potentísimo sabor y el buñuelo de bacalao de esfera perfecta y crujiente sublime.

Ya entrando en primeros platos destacó sobremanera la crema de raíces amazónicas con caviar de segú de claras influencias brasileñas y donde se muestra el gusto de los hermanos Torres por el dominio en el contrapunto de diferentes texturas. También fue interesante la sopa de 40 variedades de verduras, donde cada sabor tenia su pequeño espacio reconocido.

En los segundos me quedo con la delicia de la liebre royale o el ravioli de foie gras, castaña y oliva negra con tomate seco y de claras influencias francesas y mediterráneas. Aunque no menos inolvidables gustativamente fueron el mero negro de profundidad con romero y sal gorda, cebolla y flor de romero, de textura y cocción perfectas así como la espalda de cordero con "menjar blanc". También a destacar su Bacalao en "Gastrovac" con caldo de jamón ibérico, o el pescado de escamas cocido con sal de hierbas.

Y aquí no se acababa el menú: Los postres como el helado de piel de limón, mermelada gelatinosa, y su selva negra fueron un buen contrapunto al menú degustación.
Y para rematar pude escoger entre seis quesos de una selección escogida de los mejores quesos franceses y españoles y unos dulces de chocolate deliciosos. No apto para golosos en dieta.

Marc Terés, el sumiller, nos guió en los vinos que acompañaban cada uno de los platos teniendo que escoger entre una amplísima carta de más de 300 referencias estando claro pues, que sin Marc, realmente yo no sabría que elegir. Muchas veces el trabajo silencioso de un sumiller no es debidamente reconocido, y en este caso fue de una gran ayuda, y además mientras yo iba tuiteando los vinos y los platos, varios followers me pidieron que saludara a Marc que es todo un personaje en el mundo de los vinos en España.

Definitivamente estoy muy contenta de haber podido disfrutar del Dos Cielos y creo que su historia gastronómica sólo acaba de empezar.